Se suponía que si el 05 de septiembre sacábamos un buen resultado (empate o triunfo) ante Colombia, prácticamente ya todo estaba más que asegurado, la confianza que se había generado tras el triunfo ante la Argentina de Maradona nos hacía pensar (ingenuamente) que los malos resultados habían quedado atrás y seguramente un puntico por lo menos nos traeríamos del hermano país.
Sin embargo la realidad fue otra, un Ecuador timorato y con falta de efectividad sucumbía ante la practicidad del juego Colombiano. Una vez más resurgían dudas, ¿podrá este equipo que no ha ganado a ninguno de los rivales directos fuera de su casa ni en ella (en algunos casos) clasificar al mundial? Y bueno, escuchando los comentarios de los “periodistas” deportivos no había que alarmarse, teníamos una buena selección, había que confiar en ellos y como que de nuevo resurgía la fe.
Sin embargo la realidad fue otra, un Ecuador timorato y con falta de efectividad sucumbía ante la practicidad del juego Colombiano. Una vez más resurgían dudas, ¿podrá este equipo que no ha ganado a ninguno de los rivales directos fuera de su casa ni en ella (en algunos casos) clasificar al mundial? Y bueno, escuchando los comentarios de los “periodistas” deportivos no había que alarmarse, teníamos una buena selección, había que confiar en ellos y como que de nuevo resurgía la fe.
Se triunfa contundentemente con la débil Bolivia y volvíamos a soñar, ahora era cuestión de nosotros, había que derrotar Uruguay, a quien apenas les habíamos ganamos una vez de local en eliminatorias. Sin embargo el pesimismo ya me había abordado, y pasado el primer tiempo se desvanecían mis buenos augurios. Terminó el partido y se acabo el sueño, por lo menos para mí. Una vez conocido el resultado final frente a los chilenos terminó para todos.
¿Por qué no pudimos clasificar esta vez?
Sencillo, faltó solidez, jerarquía y huevos en nuestros jugadores. Si bien una buena parte de ellos está jugando en el extranjero, lamentablemente no han contribuido para el mejor desempeño de la selección. Entonces el jugar en el exterior no es factor determinante para el mejor desempeño de un futbolista, preguntémosle a Messi. No hubo contundencia, no hubo gol, y lamentablemente en el futbol no solo ganan los equipos que juegan bien sino los que jugando mal convierten una vez más que el rival.
Esto, agregado a un técnico que a punta de boconadas quería infundir respeto por lo menos en el contexto internacional, ya que en el país lo tenía prácticamente perdido, basta con preguntar si es así o no a Iván Hurtado, Alex Cevallos, sombra Espinoza y sobre todo al sobrevalorado Edison Méndez quienes se encargarían de indisponer su liderazgo y desnudar su incapacidad a vista y paciencia de una prensa y dirigencia ciega, sorda y muda. Así es tenemos jugadores sobrevalorados, en su mayoría no son tan buenos como manifiesta y nos vende nuestra prensa.
Pero hay un tercer punto, quizá el más delicado diría yo, por que para los dos primeros trabajar aunadamente en búsqueda de nuevos talentos y llevar a cabo un cambio total de cuerpo técnico y dirigencia corrige mayormente esos puntos, pero para el tercero hay que poner el dedo en la llaga, hay que decir ciertas verdades que podrían incomodar o no gustar a una pequeña parte de ecuatorianos que siguen aun convencidos por conveniencias o por lo que sea, que en competencia futbolística las ventajas antideportivas juegan a la hora de obtener resultados favorables.
Y es que hay que ser claros, esta vez ya de nada nos sirvió la altura, quizá en las anteriores eliminatorias donde la mayoría de nuestros jugadores procedían del futbol local, específicamente de los clubes de la sierra, pero hoy no es así, la base de la selección llega desde Inglaterra, Rusia, México, Arabia Saudita a la convocatoria y solo disponen de cinco días cuanto mucho para adaptarse sicológica y físicamente. Pero quien si está adaptado es todo ese entramado económico que prácticamente no ha cambiado, este se ha mejorado y acostumbrado a las eliminatorias desde que decidieron centralizar el futbol y jugar solo en la capital.
Por esto hablar de descentralizar el futbol por necesidad y conveniencia futbolística (no económica para Quito) a la final puede molestar, tanto así que la actual dirigencia, embelesado de poder, ni siquiera ha citado el tema como posible causa de la eliminación y más bien le echa el muerto al barato Vizuete y descaradamente plantea la construcción de modernos ascensores en el Atahualpa para comodidad de los mismos ante partidos internacionales, además de crear la escuela de futbol o casa del futbolista y ubicarla en la capital.
Posiblemente para las próximas eliminatorias veten los estadios de altura, tal como se veta en cualquier deporte aquel factor que otorga ventajas sobre otros, preguntémosle a los nadadores con sus famosos traje tiburón, por tanto desde ya mentalizarnos para encontrar nuevas ciudades de llano capaces de asumir una eliminatoria y donde nuestros nuevos jugadores puedan exponer al 100% todas sus virtudes y capacidades y borrar del mapa internacional de una vez por todas, todo ese nubarrón que se generaba cada que terminábamos ganando en la capital a otra selección que finalmente quedaba en el campo mareada y ahogada a efectos de la altura.
Quedemos claros, la altura es un factor importante, quizá no determinante, si la acompañamos de jugadores aportados por clubes de la capital aclimatados y acostumbrados a la falta de oxigeno puede ayudar para mantener esa ventaja sobre otros equipos. Lamentablemente ya todo cambio, nuestro mercado es más atractivo que antes, hoy tenemos más jugadores afuera, y la mayoría de ellos no se van a ciudades de altura, por tanto traerlos para que en cinco días se vuelvan a acostumbrar y pedirles que de repente jueguen como en las eliminatoria pasadas es mucho pedir, para muestras un botón, apenas obtuvimos 15 puntos de 27 posibles en la capital, mientras que en las eliminatorias del 2006, cuando la mayoría de jugadores procedían del futbol local obtuvimos 25.