miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Tigre que llevas dentro.

El siguiente post no es, ni pretende ser un documental alusivo a Zucaritas, más bien se origina en un extracto de la conferencia “vida, libertad y conciencia” dirigida por Fredy Kofman y cuyo video lo anexo al final del mismo.

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El adoctrinamiento y el terror son imprescindibles para imponer una postura ideológica tan contraria a la naturaleza humana como el socialismo. Este y sus variantes ideológicas, el totalitarismo y el comunismo a lo largo de la historia le han costado a la humanidad millones de muertes y miseria eterna, por eso, para que se instituya necesita imponerse bajo la fuerza; fuerza empleada por un líder al que generalmente una legión de acólitos obstinados por preservar sus ideologías (ya la de él) le atribuyen características mesiánicas.

Este señor todo iluminado y que presume (ingenuamente) de discurso ilustrado, comparte características similares con otros imberbes de similar calaña, todos utilizan la fuerza represiva del aparato estatal y la demagogia como recurso providencial para aterrar y engañar a las masas incautas. En lo referente a la demagogia, se empeñan por direccionar su previamente estructurado discurso hacia el repetido sofisma de la igualdad como atributo que describe a la especie humana, o disponiendo palabras para infundir odio al tradicional sistema de valores, para incitar un soso antiamericanismo, para estimular la moda de la contracultura, el hipismo rosa, el ecologismo infantil, el falso buenismo y demás estupideces encuadradas en el ansiado y abstracto bien común.

En el proceso va generando seguidores, sus correligionarios son adeptos a políticas sociales de asistencialismo tipo bonos por votos, prebendas por aplausos, limosna por dignidad, etc. Estas son efectivas en el corto plazo, sirven como cerca para agrupar y delimitar masas. El conformismo se hace presente, el sacrificio que representa el trabajo ya no es el principal incentivo para los individuos que a través del empleo desean alcanzar mayor renta y por tanto bienestar, basta con la benevolencia (previo compromiso) del bienhechor y sus carencias serán atendidas.

Sin embargo, como afirmaba Mises de forma acertada y axiomática: “el socialismo es ineficiente en la generación de renta y empleos, debido a la imposibilidad del cálculo económico socialista…”. Por lo tanto en aquellos pueblos infortunados donde predominó todo intento sistemático por “diseñar, planificar u organizar” no demoran en hacerse presente la miseria y la degeneración social.

Es en este momento cuando la falsa imagen que tiene el líder del individuo al que gobierna debe desmoronarse.

Cuando una persona desconoce parte de su naturaleza guerrera y reprime, entre otras cosas, su capacidad para apreciar la realidad, su instinto de supervivencia, su accionar combativo, su presteza para despabilarse, etc., muestra una actitud pasiva, complaciente, seguidora, es lo más parecido a un rebaño de ovejas, se convierte en un medio manipulado a discrecionalidad del pastor.

Mientras no se dé cuenta que lo dirigen al precipicio, o que la novela, tal como pretenden que se la crea no es ni parecido a lo mínimo de lo que le contaron, se viene la reacción, la protesta, deja de seguir, ya no continua, “se caen las caretas”. La realidad es otra, de repente esa dócil oveja se transforma en el tigre que fue, reclama, disiente, ruge, sabe que no merece vivir a la fuerza en una sociedad, que gracias al sistema político, económico y social impuesto, se muestra deteriorada, empobrecida, convulsiva, delictiva, etc., por lo tanto, balar, aplaudir y ovacionar las arengas del prepotente demagógico ya no es de “individuos cuerdos.”

Sin embargo, de todo hay en la viña del señor, siempre habrán arrimados que encontraron su modus vivendi en el precario estado socialista, el mismo que ofrece prosperidad a sus súbitos a costa del esfuerzo de los demás, para estos el despertar del tigre les viene mal, por lo tanto siguen aplaudiendo las alocuciones del reconocido tirano totalmente convencidos que el origen de sus desgracias no radica en la imposibilidad del sistema, sino en un confabulado acto de maldad ocasionado por todo aquel al que el líder endilgue culpas, la burguesía, el imperio, los apátridas, los pelucones, el tigre.

Hasta que no probamos el sabor de nuestro ser interno, vivimos de espaldas a nuestra propia identidad, identificados con lo que creemos ser y no somos.


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