martes, 16 de septiembre de 2008

¿Qué es el Sumak Kawsay?

Revisando el proyecto constitucional, y ya desde antes, entre las muchas novedades que esta posee, algunas fantasiosas, hay una que me llama poderosamente la atención, el Sumak Kawsay, el buen vivir, este concepto nuevo para la gran mayoría de ecuatorianos consta desde el preámbulo, hasta el régimen de transición, abarca casi todo el proyecto y va desde los derechos del buen vivir, la organización territorial, hasta el régimen de desarrollo, y está inmerso entre las responsabilidades del estado.

Se incorporó a la nueva Constitución, incluyéndola como parte del Régimen de Desarrollo. El término consta en el primer artículo y en su tiempo fue aprobado con 81 votos. El buen vivir “sumak kawsay” requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la naturaleza.

Como buen montubio, amante del verde y del más fino machete, el término y más aun el concepto eran totalmente desconocidos, entonces ante la pregunta clara y concisa ¿Qué es el sumak kawsay? mi respuesta era difusa y vacía, por lo que tuve que investigar esta nueva moda que sencillamente no podía ni podemos pasarla por alto, sobre todo si el proyecto constitucional que seguramente será aprobado por todos y para todos, condiciona al pueblo montubio al cual pertenezco.

Entonces pregunté, leí y comprendí que el sumak kawsay “buen vivir o vivir bien” es un concepto alternativo al de desarrollo-crecimiento. El pensamiento económico occidental, sea capitalista o el fracasado socialista, nos ofrece desarrollo, progreso, crecimiento, es decir, alcanzar el bienestar, tratar de “vivir mejor”. Queramos o no, para vivir mejor es preciso competir, producir, acumular riquezas, comodidades y hasta banalidades. El asunto está en la creencia generalizada de que si yo vivo mejor, es porque alguien está viviendo peor. Si yo acumulo riquezas en demasía, es porque estoy apropiándome de los medios de producción de otros o extrayendo recursos naturales de una forma que no es sostenible.

Los indígenas y sobretodo los indigenistas nos ofrecen un ¿modelo? fundado en el buen vivir, es decir, un modo de vivir ancestral donde se es y se está en el mundo. Un modelo que vincula al ser humano con la naturaleza “pachamama” y propone un consumo colectivo razonable de los recursos según criterios de justicia y necesidad, en armonía entre seres humanos y con la naturaleza, este respeta el equilibrio o el orden natural existente. Un nuevo contrato social que paraliza el crimen e impunidad del anterior sistema. Entonces para la consecución del buen vivir, el sumak kawsay, a las personas y a las colectividades les corresponde producir, intercambiar y consumir bienes y servicios con responsabilidad social y ambiental.

Para los propulsores del buen vivir, cuando el ser humano trabaja y fruto de su esfuerzo obtiene un bien que voluntariamente será intercambiado con otro que satisfaga sus necesidades básicas, no considera a los derechos de la naturaleza como base y sostén de su función de producción, por lo que, si durante el proceso la trasgrede y transforma no será asunto de él, le restará importancia, lo que le importa es que en libertad obtenga cada vez más bienes para poder intercambiar cada vez más y así durante varios ciclos acumular excedentes o riquezas, mientras que otros sencillamente las habrán perdido. Según ellos este comportamiento egoísta, hedonista, antinatural no ha hecho otra cosa más que fomentar desigualdades e inequidades, todo consentido y permitido por el modelo neoliberal.

Pueblos enteros e incluso la misma historia se han encargado de refutar dichas aseveraciones. Retomando todo el desarrollo conceptual del buen vivir o sumak kawsay propuesto, y en pleno siglo XXI es oportuno hacerse un sin número de preguntas, ¿paraqué emprender con astucia o riesgo? si bastará con ser un comunal conforme que no mejora o improvisa sus técnicas de producción, sí igual, el producto de su esfuerzo con las normas del buen vivir pasa a ser de todos, ¿paraqué obtener lucro en tan noble actividad? ¿Porqué un ciudadano dedicaría todo su valioso tiempo a estudiar?, si lo que le están haciendo es adoctrinarlo hacia el consumismo y la competitividad, comportamientos más que justificables en el orden liberal.

Bajo esa óptica los indigenistas consideran razonable ajustes sociales respecto a la propiedad privada o a la educación, por citar dos casos. Alguien tiene un todo terreno 4X4, ¿cuál es el fin social de dicho monstro? Ninguno, entonces retazarlo y dárselo a todos. Ese si es un fin social. Otro tiene varias hectáreas, solo siembra una cuarta parte de ellas, ¿es razonable, justo y necesario? No, irracional e inhumano capitalista usurpador de medios de producción, se debe expropiar dicho lujo para luego repartirlo entre los sin tierra, ahora sí, los criterios de justicia y necesidad cumplirán un fin social. Si el anterior orden está mal, entonces ¿Paraqué iglesias, universidades, medios de comunicación, partidos políticos, y demás instituciones cómplices de una cultura en decadencia?

Vivir bien, es pensar no sólo en términos de ingreso per-cápita sino de identidad cultural, de comunidad, de armonía entre nosotros y con nuestra madre tierra”. “Nosotros -los indígenas- no creemos en la línea del progreso y el desarrollo ilimitado a costa del otro y de la naturaleza... tenemos que complementarnos... Debemos compartir”. Evo Morales. Presidente Boliviano. 2oo6/oct/02.

Léase bien, para el indigenismo el bienestar no depende del desarrollo y mucho menos del crecimiento económico, esta propuesto que para evitarnos todas estas injusticias propias de la economía, mejor regresemos a la época de la post-colonia, reconstruyamos y adaptémonos el Tahuantinsuyo o algún similar. Los indígenas vivían bien, no mejor, el sumak kawsay vino para quedarse, será nuestra meta, que mejor medio que un pueblo que a base de su desconocimiento convierte su accionar en complaciente de su propia desgracia.