domingo, 31 de octubre de 2010

Entre cervezas y subsidios.


El otro día un amigo de la “vieja guardia” me conversaba acerca de la posibilidad de racionalizar el colosal gasto público promovido por el gobierno en el humilde y sumiso país de manuelito, principalmente en el tema de los subsidios, ya que sostenía con visible molestia que estos solo sirven para sostener a un poco de sinvergüenzas y vagos convenientemente convertidos en adeptos políticos de Alianza País. Y es que cuando se ve a mujeres llegar en taxi, adultos conversar, chatear o jugar por celular y a jóvenes sin aparente impedimento físico y al parecer psicológico caretucamente haciendo colas para cobrar el Bono de Desarrollo Humano (BDH), uno para “sus adentros” comenta, si estos son los “pobres” ecuatorianos, entonces como que no hemos estado muy mal, ¿será que se lo merecen?

Con cerveza en mano se preguntaba ¿de que ha servido subsidiar “un poco de cosas” si se suponen que son para disminuir pobreza? y que desde que tiene uso de razón se viene aplicando subsidios a mansalva y la pobreza crece rampante, principalmente en este gobierno declarado amante de los pobres, de los subsidios y enemigo confeso de las injusticias sociales.

La no identificación y posterior inclusión de verdaderos pobres en aquel censo que permitió agregar y expandir el segmento de beneficiados al BDH es un visible caso de injusticia social ocasionada por la revolución verde. Disponer de nuestros dineros obtenidos coercitivamente vía impositiva (entiéndase robo) para crear ineficientes programas de redistribución de riqueza y tratar de beneficiar a los segmentos no tan pobres del país acorde con sus erradas fórmulas y visibles conveniencias políticas vendría a ser otro caso de injusticia social. Es para nada justo ver como los recursos públicos solo sirven para comprar conciencias y pagar favores.

Mi amigo, conocedor de mi condición libertaria sabe que soy partidario de la minimización urgente del estado, por lo que no le sorprendió cuando le dije que sería factible, como primer paso eliminar todo subsidio estatal, ya que como comentábamos estos no son bien dirigidos, perpetuán la miseria, son manejados a conveniencia política, generan toda una casta de cómodos personajes acostumbrados a vivir succionando de por vida la flácida teta estatal y porque quienes promueven este tipo de políticas redistributivas no se dan cuenta que las mismas no ayudan a los pobres, ya que estas no generan riqueza, al contrario en el mediano y largo plazo la disminuye.

La disminuye porque para destinar recursos para el BDH por ejemplo, los sectores más empeñosos, prósperos y eficientes se ven obligados a sacrificar capital vía coerción y entregarlos al estado. Dicho capital sacrificado ya no estará disponible para reinvertirlo, ahorrarlo o consumirlo ralentizando el crecimiento de la producción y el consecuente deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos. Un subsidio es una forma de redistribuir riqueza, no de crearla.

Con varios tragos en la cabeza y conociendo de los 6 semestres de economía de mi amigo, quien los dejo por causa del matricidio, decidí profundizar un tanto más en el asunto, y otorgando beneficios de la duda al gobierno, repleto hasta la medula de economistas intervencionistas supuse que conoce que los subsidios para que sean eficientes y efectivos deben cumplir con principios económicos que justifiquen su aplicación, y seguí explicando: Cumplen con el principio de transitoriedad cuando los subsidios son otorgados solamente mientras dura la condición que dio origen al subsidio. El principio de focalización, implica que los subsidios deben ser canalizados directamente a las personas necesitadas e identificadas como potenciales receptoras. El principio económico de la eficiencia en un subsidio efectivo implica que las transferencias tienen que ser progresivas, ayudando más a los más pobres y menos a los menos pobres, y por último el principio de la factibilidad económica insiste en la disyuntiva entre recursos públicos escasos y las múltiples necesidades de la población.

Solo con el fin de demostrar que los economistas de corazones ardientes y mentes lucidas no cumplen a cabalidad con dichos principios, ya que conociéndolos (o no) optan por el cálculo político, por ejemplo, no han declarado nada acerca de la transitividad del BDH, de los combustibles y el gas, por lo que debemos entender de que son de por vida. El principio de focalización también es ignorado, ya que las receptoras del beneficio se encuentran al otro lado de la frontera, se estima que por Huaquillas se fugan 20.000 cilindros de gas licuado de petróleo (GLP) al mes. Lo mismo con los combustibles, los contrabandistas aprovechan los altos precios internacionales de los combustibles para comercializar nuestros combustibles subsidiados, es decir gasolina pagada con el sacrificio de todos los ecuatorianos. No consideran el principio económico de la eficiencia, por ejemplo en lo que respecta al gas, el 30% más rico de la población se beneficia con el 46% del subsidio mientras que el 30% más pobre apenas recibe 15%. Otro dato, entre el año 2000 y el 2005 la gente con mayores ingresos recibió $690 millones por este subsidio mientras que los de menos recursos recibieron tan solo $225 millones.

Obvio que para ese momento la articulación de palabras no era precisa, ni los montos exactos, ahora sí con datos en la mano noto que bastante se aproximaron, hasta me sorprendí, no soy fácil para memorizar números. Sin embargo recuerdo aquella madrugada haber coincidido en las conclusiones.

Minimizar el estado a través de la reducción y la focalización de ciertos subsidios. Si bien su ejecución inmediata representa un costo político elevado su aplicación no necesariamente parecería imposible, vale la pena por lo menos dejar en claro que debemos tener combustibles a precios de mercado y una política clara de focalización del subsidio al gas en el que debe estar implícito que será de carácter transitorio.

Una vez asumido el costo político de la reducción y focalización de subsidios se vuelve más fácil para el gobierno de turno decidirse por desaparecerlos, tomando en cuenta que deberá tener una elaborada política de compensación. Es decir, eliminar el subsidio a los combustibles y al gas y a la vez disminuir impuestos como el IVA y el ICE, esto no perjudica a nadie porque está demostrado que los subsidios no benefician a los pobres, incentivan al contrabando y desde hace mucho tiempo han venido siendo insostenibles. Se reduce un beneficio (subsidio) pero a la vez eliminamos un gasto (impuestos) para los ciudadanos, dicha reducción será en una cantidad proporcional al que los ciudadanos tendrían que pagar por el nuevo costo de la bombona de gas y lo que tendríamos que pagar por combustibles a precios de mercado.

Todo es cuestión de decisión política, podríamos obviar el primer paso y pasar directamente por el segundo, el asunto esta en no dejar pasar el tiempo, ya que si lo hacemos los perjudicados seremos nosotros y nuestros hijos, en sumas el país entero.


Fuentes:

"¿Los subsidios en el Ecuador valen la pena?" Roberto Villacreses en:

"Ecuador: Unos subsidios insostenibles que no ayudan a los pobres." Gabriela Calderon en:

“Subsidios estatales en el 2007”. Cedatos, 12 de febrero de 2007. Disponible en: http://www.cedatos.com.ec/contenido.asp?id=1728

"El impacto social de los subsidios sociales básicos en Ecuador" Universidad de Cuenca en: http://www.saprin.org/ecuador/research/ecu_resumen_ejec_cuenca.pdf



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