sábado, 28 de febrero de 2009

Aquellas épocas de bonanza.


Es increíble que aquel que estudió algo de ciencias económicas y que incluso hizo un masturbado o masterado, ¡qué sé yo! en Artes Económicas se burle o ignore completamente del tan famoso consejo, ahorre en épocas de vacas gordas para luego afrontar las dificultades en períodos de vacas flacas.

Antes del boom petrolero el Ecuador no era más que otro país subdesarrollado que luchaba o no por subsistir en la escena mundial, una vez que se empieza con la extracción y posterior comercialización del crudo nuestros bolsillos se inflaron de petrodólares como nunca antes, imagino como cambiaría la conducta de un individuo que toda la vida no pudo satisfacer desde sus más básicas necesidades hasta las más excéntricas por la falta de dinero y de repente se gana el premio mayor de la lotería, seguramente si no ajusta su emoción se habrá consumido su dinero en cosas improductivas.

¿Qué hizo el Ecuador en esa época? Incrementar desmedidamente el aparato estatal mediante la creación de nuevas dependencias públicas que basadas en discurso justificaban su creación con la excusa de que ahora sí, con ingentes cantidades de dinero se solucionarían nuestros problemas en todos los campos, salud, educación, vivienda, transporte, etc. El incremento del gasto público en lo posterior en una sociedad con poca educación desataría toda una ola de corrupción mediante el favorecimiento de contratos y dadivas a las personas que se encontraban entroncadas en la cúspide de la esfera pública creando una nueva camada de políticos que conservarían por mucho tiempo ciertos privilegios.

El mismo boom petrolero crearía falsas perspectivas financieras en las familias ecuatorianas que no habiendo sido inculcadas históricamente para el ahorro despilfarrarían sus ingresos y en consecuencia generarían toda una explosión demográfica a un ritmo que impedía educar, expandir la salud, la vivienda y transmitir valores civilizados a los nuevos habitantes. Ese espejismo petrolero contribuyo a crear una economía dependiente y un fortalecimiento de cultura a favor del parasitismo y la regulación de sectores libres de la sociedad.

Pero es de suponerse que el ser humano en su condición de racional aprenda de sus errores, disponga de la información suficiente como para desde su perspectiva juzgar los hechos venideros y no cometer el error anterior, sin embargo parece que los sucesos a través del tiempo no han sido suficientes como para comprender que se deben aprovechar las bonanzas económicas para estructurar un buen presupuesto en donde se priorice el gasto y de ser posible se conserve un fondo que servirá de sostén en el futuro ante las adversidades.

No hace mucho tiempo el Ecuador experimento una de sus mayores bonanzas económicas debido al incremento del precio del petróleo, llegando a topes históricos nunca antes vistos, $146 por barril Julio de 2008, generando para los ecuatorianos una vez más ingentes cantidades de dinero. Era de suponerse, sobretodo si estamos siendo gobernados por un iluminado revolucionario economista que se dispondría mejor de dichos recursos.

Sin embargo, él y su gobierno consideran que el hecho de conservar fondos para salvaguardar recursos responde a recetas de la ortodoxia económica, por tanto apuntalar la demanda a través del gasto público es la receta que proponen desde su perspectiva de izquierda. Para los sociolistos del siglo XXI no hubo mejor oportunidad para remembrar acontecimientos pasados, tomaron nuestro dinero y lo despilfarraron cual escupitajo en burdel de pueblo, bonos, contratos públicos a dedo, primarias, el costeo de los nuevos ministerios de coordinación, secretarías adscritas a los mismos, es decir toda esa burocracia innecesaria rendida a los pies del mandamás, creada para enaltecer su ego y para seguridad y satisfacción del mismo.



Ahora en épocas de vacas flacas nos preguntamos ¿qué sucedió con el dinero generado en épocas de vacas gordas? ¿No se lo pudo invertir de mejor manera? No puede ser posible que hoy estemos padeciendo la irresponsabilidad de este gobierno altivo y soberano al no administrar correctamente los fondos y hoy apunte a los dólares del Seguro Social para financiar su demagógica, eterna y sucia campaña y hostigar al empresario exigiéndole sacrificios y compromisos con este gobierno para nada ejemplo de buena administración, prudencia y reserva.

Acorde con Xavier Valverde: Aquí en tiempo de vacas gordas se engordaron muchos, menos los dueños de las vacas y ahora, en época de vacas flacas, son los dueños (el pueblo) los que tienen que ver cómo sobreviven.