lunes, 31 de mayo de 2010

El especulador.

El otro día escuchaba una conversación de dos “conocidos” que trataban sobre la escasez del azúcar en el mercado. Uno de ellos totalmente convencido aseguraba que no se hubiese presentado inconveniente alguno de no ser por la presencia de los especuladores. Son estos señores los responsables no solo de este, sino de todos los problemas de la sociedad, concluía.

El asunto está, en que es muy común escuchar en nuestra sociedad a los políticos, prensa, jóvenes y hasta analistas económicos despotricar contra los especuladores. Bueno, no todos, por ejemplo este artículo. Varios términos se tornan constantes: burgueses; seres malvados; agenciosos del mal; tipos sin conciencia; aprovechadores; inmisericordes; usurpadores; antipatriotas; etc. Ante cualquier escasez y la consecuente variación de precios, inmediatamente el especulador es el principal sospechoso y se genera en la prensa principalmente, toda una cacería de brujas.

Pero ¿quién es el especulador? O, ¿qué significa especular? Decidí recurrir a la RAE y entre un triple w por aquí y un enter por allá:

Especulador, ra.
(Del lat. speculātor, -ōris).
1. adj. Que especula. U. m. c. s.

Bueno aquí prácticamente no encontré nada, por lo que intente con:

Especular.
(Del lat. speculāri).
4. intr. Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. U. m. en sent. peyor.
5. intr. Comerciar, traficar.
6. intr. Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.


Y encontré esos tres conceptos donde en uno de ellos claramente nos hacen notar que el término es utilizado peyorativamente. Debemos recordar que nuestra cultura iberoamericana ve con malos ojos el simpe y noble hecho de obtener ganancias. Por lo que tratare de hacer notar que más bien son personajes indispensables en nuestra economía.

Juan compra “acapara” en tiempos de bonanza aprovechando que los precios de la comida están inusualmente bajos y gracias a esta acciónlos precios suben. Cuando se viene la escasez, que no tarda en presentarse, la comida que Juan ha almacenado se oferta al mercado haciendo que los precios bajen, este jueguito de comprar barato y vender caro, reasignando los bienes de las épocas de abundancia (cuando los precios son bajos) a las de escasez (cuando los precios son altos) hace que se suavicen los efectos de la falta de alimentos o escasez.

La escuela austriaca desarrolla el análisis desde la acción humana y sostiene (con justa razón) que absolutamente todos “especulamos.” Al ser el futuro desconocido para nosotros inevitablemente especulamos sobre los resultados de la acción emprendida, la llevamos adelante porque esperamos alcanzar un fin deseado. Como vivimos en sociedad y no sabemos cómo ésta actuará en beneficio o desmedro de la satisfacción de mis necesidades especulo para prever las acciones de los demás en el futuro.

Juan corre un riesgo si su predicción “especulación” de acaparamiento no es buena, el mercado no es benevolente con aquellos que no poseen esa fineza innata a la hora de prever necesidades colectivas. Por ejemplo pueda que Juan prevea un periodo de abundancia y oferte lo que había acumulado incluyendo el costo por haber almacenado, provocando automáticamente que los precios bajen. Pero si en realidad lo que ocurrió fue un periodo de escasez, Juan habrá perdido su dinero.

Seguramente mis conocidos no se dieron cuenta, que por ejemplo, cuando eran estudiantes seguramente especularon que al terminar sus estudios podrían tener una exitosa carrera, o por lo menos un mejor estatus del que podrían haber alcanzado sin estudiar. Fue la especulación sobre el futuro lo que los llevo a estudiar.

Ahora, si no es malo para la economía especular, ¿Por qué se presentan descontentos?

Los descontentos se generan cuando los especuladores actúan sobre problemas generalmente causados por la intervención estatal en los mercados competitivos. Ya sea en el mercado de bienes y servicios o en el mercado financiero. Por ejemplo en el mercado de bienes, cuando la política económica de un gobierno establece control de precios o establecimiento de precios de sustentación, no pueden actuar las fuerzas del mercado para que por ejemplo, el precio suba, se presenta la consecuente escasez y entra a participar el especulador quien acaparará a precios bajos “establecidos por el gobierno” para vender el bien en mercados internacionales donde se paga a precios altos. Comprar barato, vender caro.

También resulta que a los gobiernos de turno se les da por participar de las posibles ganancias que genera el acto de especular, y como lo que arriesgan no es su dinero, cuando pierden, que resulta ser casi siempre, los perjudicados somos nosotros. Y obvio todo perjuicio genera descontentos.

Entonces puedo concluir que no son los especuladores los causantes de problemas, pero si tienden a maximizar uno generado por la intromisión estatal.

FUENTES: